El fracaso de la nación. región, clase y raza en el caribe colombiano: 1717-1810
Bogotá, Banco de la República, El Ancora editores, 1998. Juan carlos floreza.
En un país que cierra por vez consecutiva un siglo con una devastadora guerra civil, la percepción que parece hacer carrera es la de que no compartimos una comunidad imaginada, en el sentido en que usa el término Anderson (1), a partir de al cual se hubiese podido construir nación.
El historiador cartagenero Alfonso Múnera Cavadia parece decidido en su reciente publicación, ha ubicarse en el centro del debate sobre las dificultades para crear nación en los inicios del siglo XIX y ha desafiar la idea, perezosamente aceptada, de una comunidad imaginada hacia el siglo XIX. Múnera parte de considerar poco ajustados a una sería revisión histórica, los mitos que dieron origen a la nación y que fueron presentados en los años veinte del siglo XIX por José Manuel Restrepo: "que la Nueva Granada era, al momento de la independencia, una unidad política cuya autoridad central gobernaba el virreinato desde Santa Fe ... que la elite criolla dirigente de la Nueva Granada se levanta el 20 de julio de 1810 en contra del gobierno de España impulsada por lo ideales de crear una nación independiente" y "que la independencia de la Nueva Granada fue obra exclusiva de los criollos. Los indios, los negros y las 'castas' se aliaron con el imperio o jugaron un papel pasivo bajo el mando de la elite dirigente" (pags 13-14).
Al juicio de Múnera, Restrepo creo unas "ficciones" sobre el origen de la nación que no han sido refutadas en la posterior historiografía colombiana, ni entre los extranjeros que se han ocupado de esos problemas de nuestra historia. Múnera le apuesta entonces a una revisión fundamental de esa historiografía, a partir principalmente de la historia de Cartagena, como cabeza de lo que el autor denomina un centro en el que "se configura una visión temprana, embrionaria si se quiere de conciencia regionalista"
(pag.27). En este enfoque uno encontraría reminiscencias de la idea de Eduardo Lemaitre que "la historia de Cartagena es, en cierto modo, la de Colombia... Hay largas épocas durante las cuales Colombia no tiene más historia que la de Cartagena".
La hipótesis central de Múnera señala "que la construcción de la nación fracasó porque la Nueva granada como unidad política no existió nunca. Que al estallar la independencia no hubo una elite criolla con un proyecto nacional, sino varias elites regionales con proyectos diferentes" y "que las clases subordinadas tuvieron una participación decisiva, con sus propios proyectos e intereses, desde los orígenes de la revolución de independencia". (pag 18 y 19). Entre los sectores subordinados Múnera destaca el rol jugado por los mulatos durante la primera independencia de Cartagena (1811-1815), tal es el caso de Pedro Romero y Pedro Medrano.
Frente a la idea defendida por Restrepo de la unidad política de la Nueva Granada, Múnera sostiene que "Todo parece indicar, sin embargo que la supresión del primer virreinato de la Nueva Granada ocurrió principalmente por la imposibilidad del virrey para ejercer su actividad sobre los gobernadores de provincia, especialmente sobre Cartagena" (pag 32). La fragmentación regional, "contra la cual nada había podido la voluntad centralizadora de los borbones" (pag 52), es a juicio del historiador cartagenero un protagonista central del segundo virreinato. La región y no la protonación fueron para Múnera el ámbito más fuerte de pertenencia. "Las enormes dificultades para el intercambio entre las regiones y la ausencia de una economía que la estimulara trajeron como consecuencia que los hombres que habitaban en una región nacieran, vivieran y murieran sin salir de ella, y que por lo tanto su única referencia concreta del poder fuese la gran ciudad instalada frente a ellos" Pero como claramente lo señalara ya Mauricio Archila, ante una ponencia de Múnera en el simposio sobre la historiografía de Cartagena, de octubre de 1997, "se cae en la contradicción de negar, por los diversos conflictos, la hipótesis de "comunidad imaginada" para la nación, pero se acepta dicha comunidad para el ámbito regional, a pesar de los conflictos que se manifiestan en dicho ámbito... En el caso colombiano... no hubo clara hegemonía regional. Lo que tenemos es una precaria coalición de apetitos regionales sin una clara hegemonía desde el principio" (2).
Cabe abrir el interrogante de si a la supuesta ficción de Restrepo sobre la unidad política neogranadina, no se estaría contraponiendo por parte de Múnera una ficción regionalista, muy precaria para esa época.
Al segundo argumento de Restrepo, la elite criolla impulsada por los ideales de crear una nación independiente, Múnera contrapone una visión de profundo conflicto entre los criollos cartageneros y los de Santa Fe. Como el representante más destacado en la elite cartagenera en esa pugna, aparece José Ignacio de Pombo, quien "no hablaba en nombre de unos intereses nacionales -¿cuál nación?- y mucho menos en el de las provincias del interior. Estaba convencido de que la autonomía política de Cartagena era una condición necesaria de su progreso económico" (pag 139). El conflicto entre dos elites tuvo sus puntos centrales en torno al comercio, las comunicaciones y la dura contribución que el interior y Quito debían aportar a al construcción y mantenimiento de la fortaleza de Cartagena.
La tercera idea de Restrepo, sólida y originalmente desafiada por Múnera, es la del papel marginal de las clases subalternas en al independencia. Se puede decir, sin temor a ser peyorativo que Múnera hace de historiador militante a favor de esos sectores sociales, descuidados hasta hace no mucho tiempo en nuestra historiografía, aunque el historiador cartagenero hace hincapié principalmente en los mulatos. "El conjunto arquitectónico colonial de Cartagena... fue, hasta donde sabemos, obra de artesanos mulatos" (pag 95). El surgimiento de un grupo de artesanos mulatos será de gran importancia en la independencia de Cartagena. "Un sentimiento de igualdad con los blancos pareció haber surgido entre los mulatos...
Cristóbal Polo presentó a la corona un memorial <<pidiendo que no se le tegna en cuenta su condición de mulato para la práctica del derecho, la cual se le había prohibido>>. El asunto merece destacarse por lo que revela ... de la formación de una conciencia entre los mulatos en conflicto con los privilegios de la elite local" (Pag 96). Múnera rescata, entre otras, la figura del ya mencionado Pedro Romero quien "El 11 de noviembre, al frente de los lanceros del Getsemani... irrumpieron en el salón donde se encontraba reunida la junta y exigieron que se declarara la independencia absoluta de Cartagena... Excepto Gabriel Piñeres, que no era cartagenero, no había ningún otro miembro de la elite criolla en el grupo de hombres armados que impusieron la independencia".
La conclusión de Múnera es lapidaría: "Un siglo de guerras civiles nos costó mantener un estado cuyo origen había sido el producto no de <<una comunidad imaginada>>, sino simple y llanamente de un acto de fuerza".
Los mitos fundacionales de las nacionales están edificados sobre luchas fratricidas y el posterior y muchas veces brutal silenciamiento de éstas.
El trabajo de Múnera contribuye a desafiar una historiografía basada en el mito, que se ha ido reproduciendo por inercia y que hoy no puede ocultar el desmoronamiento del proyecto nacional, en este final de siglo. Pero tal vez sea, a través de un reencuentro no forzado entre lo local, lo regional y lo nacional como podamos evitar que el esfuerzo de seguir inventado la nación colombiana nos conduzca, una y otra vez, hacia más guerras.
Notas
* Profesor y Director del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes 1. ANDERSON,Benedict, Imagined Communities; Reflections on the Origin and Spread of Nationalism, Londres, Verso 1991.
2. ARCHILA, Mauricio, en Cartagena de Indias y su historia. Haroldo Calvo y Adolfo Meisel (Ed.), Bogotá, Universidad Jorge Tadeo Lozano/Banco de la República, 1998.