Por Eduardo R. Saguier

 

UN CASO EMBLEMÁTICO DE CORRUPCIÓN RELIGIOSA TOLERADO POR LA COMUNA Y POR EL ARZOBISPADO. Fue un ícono de la avenida Cabildo. No se sabe hace cuantas décadas, el atrio que daba sobre la avenida Cabildo fue cedido para montar varios locales comerciales.
Todos conocemos en Buenos Aires que existió hace dos décadas un famoso caso de corrupción en el barrio del Once conocido como escuela-shopping. El Concejo Deliberante había entregado el 30 de diciembre de 1990, la planta baja de la escuela Presidente Mitre para un emprendimiento comercial con 17 locales. Fue un escándalo de corrupción que quedó grabado en la historia con el nombre de “Escuela shopping” y que hizó de la gestión del Intendente Carlos Grosso una de las más infames de la Ciudad.
Pero nadie recuerda que existe en Belgrano un caso similar, pero cuyo origen fue obra de una congregación religiosa, la de las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena, en Belgrano, que posee un colegiodenominadoComunidad Educativa Nuestra Señora del Rosario,sito en la calle Ciudad de La Paz 1839/79. Detrás de este colegio y en la misma manzana existe como dominio del propio colegio una iglesia de arquitectura decimonónica con una torre de estructura espigada en cuya parte superior ostenta a modo de remate un chapitel o aguja. Esta iglesia se encuentra encerrada o enjaulada en el corazón de la manzana, pero no mira hacia la calle Ciudad de La Paz, sino hacia la avenida Cabildo. El caso es que esta Iglesia poseía un atrio (que como todos sabemos es de dominio público), que daba a la propia avenida Cabildo y que los antiguos recuerdan que tenía un jardín que era solaz de todo la feligresía de Belgrano, y donde los vecinos-jubilados solían concurrir a matear de mañanitas y también al crepúsculo.
Lamentablemente, por obra del egoísmo y del cruel afán rentístico, atrio y jardín les fueron despojados a los vecinos y fueron privatizados y entregados por las Hermanas Dominicas de Santa Catalina de Siena a varios emprendimientos comerciales a quienes debe cobrar jugosos alquileres, que por cierto están exentos de gravámenes fiscales. El caso sólo se puede observar in visu viajando en colectivo por la avenida Cabildo hacia el norte, entre las calles Pampa y Sucre, mano sur. Apenas se cruza la calle Pampa, se observa claramente a la izquierda la cúpula en forma de torre, de una iglesia, flanqueda por una hermosa araucaria, que mira hacia la avenida pero que sorprendentemente carece del atrio correspondiente.
Pese al inmemorial tiempo transcurrido, ese espacio que fue ignominiosamente privatizado, con la tolerancia venal de la Comuna porteña, deberá volver a ser el atrio de la iglesia, que antes ocupaba el frente que daba a la avenida Cabildo, y que nunca volvió a funcionar como tal. Detrás de la absurda privatización del atrio de la iglesia deberá existir también una historia de solidaridad que debería tener como protagonistas a los mismos feligreses de dicha iglesia. Lejos de resignarse a ver al atrio de su iglesia como un emprendimiento comercial, las autoridades de la Ciudad Autónoma y su jefe Mauricio Macri deberán armar un proyecto para devolver las cosas a su lugar, que es el dominio público.

Eduardo R. Saguier