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On Empire Collapse, State Fragmentation, and Balance of Power and Social Imaginaries in World History.
Origin and Legitimating Function of the Founding Fathers in the Modern Sociopolitical Itinerary of Nations (1808-1989).
By Joaquín E. Meabe, Jorge G. Paredes M., Eduardo R. Saguier and the collaboration of Maximiliano Korstanje (translation by Estela Herrera) .

Reviews

Nación (enferma) y narración: el discurso de la degeneración en "pueblo enfermo"

Correo del Sur. Jueves 31 de julio del año 2003. Sucre - Bolivia

El escritor Edmundo Paz Soldán en un ensayo titulado: Alcides Arguedas y la narrativa de la nación enferma hace un prolijo análisis de la obra de Arguedas, aqui les presentamos un fragmento.

La primera edición de Pueblo enfermo (1909) sirvió para la inmediata consagración continental de Arguedas. Unamuno, en la Nación de Buenos Aires, lo llamó “uno de los libros más instructivos, a la vez que profundamente sugestivo, que sobre cosas de la América española se haya escrito” . Otros intelectuales de renombre como los españoles Maeztu Altamira, el uruguayo Rodó y el argentino Octavio Bunge, se unieron a los aplausos. Bunge llegó a escribir que el sistema de Arguedas, “utilizar la experiencia científica universal en beneficio propio nacional”, debía ser seguido por los sociológos hispano-americanos (en Roca 189) . En Bolivia, ellibro fue recibido con ambivalencia e inició una polémica que aún no cesa sobre sus virtudes y defectos. Bautista Saavedra fue uno de los pocos que elogió sin reparos a Arguedas, al escribir que “Pueblo enfermo es uno de esos libros cuya aparición se debe señalar con piedra blanca en la historia literaria de un país de escaso o ninguna producción como Bolivia” .

Pueblo enfermo ha tenido diversas lecturas. En el plano nacional, ha sido visto como una crítica al proyecto liberal de Montes, y como parte central, junto a La creación de la pedagogía nacional (1910) de Franz Tamayo, del debate sobre la identidad nacional, centrado en el período 1880-1930 en lo que sufemísticamente se conocía como “la cuestión del indio” . A nivel hispanoamericano, pertenece al abundamente grupo de libros sobre la “enfermedad nacional” escritos en el fin de siglo . Libros como el Idearium Español de Angel Ganivet (1902), Nuestra América de Octavio Bunge (1903) y Enfermedades sociales (1907) de Manuel Ugarte intentaron analizar científicamente, con un pretendido afán regeneracionista, las causas de la decadencia nacional, los problemas que dificultaban la modernización de las naciones hispanoamericanas. Este análisis hacía una fácil analogía entre el individuo y la colectividad: la memoria del individuo era análoga a la herencia en la especie, de la misma manera que la conciencia individual se asemejaba a la colectiva (Otis 93). La sociedad, como el individuo, tenía una “memoria orgánica” que podía ser estudiada: la historia de una cultura formaba su carácter, su “alma”, su psicología . Los resultados del análisis, sin embargo, estaban sobredeterminados negativamente debido al uso de teorías científicas provenientes de los centros europeos de la modernidad – Francia, Inglaterra –, que veían a España y América Latina como lugares racialmente inferiores en la jerarquía universal de las naciones. Así, el intento regeneracionista pasaba, de manera natural y a la vez contradictoria, a formar parte destacaba del discurso racioal y sexual de la degeneración.

Pueblo enfermo ocupa un lugar especial en este discurso de la enfermedad nacional. Como señala Michael Aronna, lo que en otros libros se halla a veces señalado implícita o tangencialmente, se encuetra de manera directa y condenatoria en la obra de Arguedas (135). El análisis de Arguedas, influido por los regeneracionistas españoles y la psicología colectiva de LeBon, y modelado en gran parte en Nuestra América de Bunge, revela las múltiples causas de la decadencia del organismo nacional: la geografía, la identidad racial y la psicología regional, la historia, la falta de virilidad masculina y la falta de educación femenina. Todo es susceptible de ser biologizado y visto como factor de decadencia: la tendencia de la gente a buscar un trabajo en el estado es “megalomanía”. En su inagotable clasificación de los males, el texto de Arquedas es una condensación de los discursos de la degeneración que circulaban a principios de siglo en América Latina.

Arguedas hace explícita, también, la conexción que existe entre la autodefinición de la sociedad moderna y el ideal de la masculinidad. En la cultura occidental del siglo XIX, como señala el historiador George Mosse, la hombría debía defender el orden existente ante los peligros que la modernidad traía consigo, pero también era atributo fundamental de aquellos que querían el cambio (3). La construcción de la masculinidad en el XIX elaboró un ideal que proyectaba la visión que las sociedades querían tener de sí mismas. Este ideal de hombre, estéticamente hermoso, patriota, fuerte, capaz de autocontrol, y con un sabio balance entre su desarrollo físico y el intelectual, se convirtió en la norma social contra la cual se juzgaba y medía lo que era y no era aceptable para el sujeto masculino (56). En Pisagua, Arguedas había hecho del patriotismo el eje en torno al cual construir la masculinidad del sujeto boliviano ante los nuevos desafíos de la sociedad moderna. Ya en Wuata Wuara, sin embargo, el discurso de la degneración lo llevó a una actitud escéptica con respecto a la posibilidad de construir una masculinidad positiva: su representación de los sujetos masculinos, y por lo tanto su imagne de la sociedad boliviana, privilegiaba lo degradado, lo decadente. En Pueblo enfermo, la degeneración del “Pueblo enfermo”.

El endurecimiento de la posición de Arguedas en cuanto al fracaso de Bolivia como país moderno, su convencimiento de la inutilidad de la posición regeneracionista, puede rastrearse en la historia textual del mismo Pueblo enfermo. Aunque pocos críticos lo han discutido, cada una de las tres ediciones del texto (1909, 1910 y 1937), muestra variantes muy importantes en relación a las demás, sobre todo la tercera en comparación a las dos primeras. En 1910, por ejmplo, todavía podían encontrarse oscilaciones entre un discurso dominado por el tropo de la degeneración y una pretendida y poco verosímil, dado el énfasis negativo del texto, actitud de regeneración, que se cristalizaba en el capítulo final, en el que Arguedas resumía sus propuestas para curar el país. En 1937, amargado por la derrota en la guerra del Chaco, Arguedas tituló el primer subtítulo del último capítulo de la nueva edición: “Inutilidad de los consejos para curar los males del país”. La terapéutica había dado paso a la convicción más plena de su imposibilidad.(...)

Enumerar incansablemente los males del país, hacerlo con el placer morboso de saberlos infinitos: la manía clasificatoria es uno de los pilares fundamentales del discurso cientificista en el que abreva Arguedas. A mediados del XIX, este discurso había comenzado tímidamente, encontrando causas de degeneración racila en la mezcla de individuos de razas diferentes. En el fin de siglo, sin embargo, el tropo de la degeneración se había propagado por todo el espectro social: divulgadores científicos e intelectuales como Nordau y Talbot encontraban ejemplos de degeneración y decadencia social en cosas tan diferentes como la homosexualidad o el genio artístico. Una vez que Arguedas comenzaba a hablar de la decadencia nacional, no había forma de detener su enumeración.

Aunque Arguedas señala múltiples causas del atraso en la modernización del país, éstas derivan de las tres principales propuestas por Taine para el análisis de la psicología de una nación: nace, milieu y moment. Lo que Arguedas recalca de la geografía nacional es su heterogeneidad: "Según la conformación geológica y los productos inherentes a ésta, el territorio de Bolivia puede dividirse en tres regiones y distintos entre sí" (23). Lo heterogéneo, el hecho de encontrarse en un territorio "tan irregular, tan lleno de contrastes, tan caprichosamente formado" (29), impide la vinculación del país: "es más fácil hacer un viaje a cualquiera de las capitales europeas que no atravesar el suelo patrio de un punto, a otro".

A principios del siglo XX, gracias a tratados con Chile y Brasil firmados por el gobierno liberal, Bolivia había perdido a cambio de compensación económica y de la construcción del ferrocarril Arica - La Paz por parte de Chile, las regiones del Litoral y del Acre. Esta compensación, sin embargo, es para Arguedas aceptable y en cierto modo salvadora: la falta de comunicación vial "había concluido por matar la nacionalidad". La voluntad modernizadora del escritor paceño es clara; en Bolivia de principios de siglo de ferrocarril, a decir de Rodríguez Ostria, "evocaba la imagen deseada del progreso y el crisol donde se graguaría la nacionalidad... En el imaginario de las élites la línea férrea era emisora de civilización, unidad nacional y acceso preferente al mercado".

Arguedas apuesta por la máquina para luchar contra la heterogeneidad geográfica y lograr la modernización / regeneración del país. Sin embargo, como veremos luego, la apuesta modernizadora es demasiado dévil para contrarrestrar la decadencia / generación nacional.
La otra causa de atraso de Bolivia es, para Arguedas, el problema étnico. En la Latinoamérica del período 1880 - 1940, la raza era la categoría fundamental del análisis de la identidad nacional. Bunge resume su importancia analítica en Nuestra América:
Pero, nuevos Prometeos, no nos desalentemos.... Como los Reyes - Magos, deberíamos buscar en el firmamento una Estrela que nos guíe por el camino de la Redención... ¡Una estrella que fije al peregrino la ruta de la Verdad! ¿Dónde está esa estrella? El crítico, después de mucho pensar, no halla más que criterio base de juicio: las Razas. ¡Las Razas son la clave! Luego vendrán los climas .... Luego, la histori... Todo se complementa; pero la sangre, la herencia psicológica, es el principio de los hechos, así como el calor es la última base cognoscible de la vida.

En Bolivia, la participación ayamara en la guerra civil de 1899 y el proces de Mohoza reactivaron el debate entre políticos e intelectuales sobre "la cuestión del indio". Aunque el tema de la participación (o eliminación) del indio en el proyecto modernizador oligárquico había aparecido intermitentemente en la segunda mitad del XIX, de manera notable en algunos textos de Gabril René Moreno o en el Viaje a la región de la goma del futuro presidente Juan Manuel Pando, se convirtió en la primera década del XX en el centro del debate nacional, y definió las líneas directrices que tomaría la sociedad boliviana en la primera mitad del siglo. Entre los intelectuales que representaron las más influyentes posiciones en el debate, se encontraban, aparte de Arguedas, Bautista Saavedra, con su ambivalente defensa de los inculpados aymaras en el proceso Mohoza, y su análisis sociológico de una comunidad aymara en El ayllu; Rigoberto Paredes, con su análisis positivista de la influencia económica de la minería del estaño en una provincia de La Paz; y Franz Tamayo, con su defensa cerrada del indio, su vitalismo nietzscheano y su virulencia de su ideas, o por la seriedad moral con que asumió el problema nacional, o porque se atrevió a explicar los perjuicios recistas que existían en las élites criollas desde la colonia, se convirtió en el centro de convergencia de debate, a tal punto que las corrientes que estaban de acuerdo con su análisis y las que no lo estaban llegaron a concerse respectivamente como arguedismo y antiarguedismo.

Para Arguedas, el problema étnico, como el geográfico, está marcado por las heterogenidad: "Los elementos étnicos que en el país vegetan son absolutamente heterogéneos y antagónicos. En su matriz discursiva, el orden y el progreso positivistas se hallan asociados a la homogeneidad, mientras que el desorde y la decadencia son fruto de las heterogeneidad. Siguiendo a Lebon y Spencer, Arguedas cree que una nación estable necesita ser homogénea tanto en lo raciál como en lo cultural se halla sobredeterminado por su fundamental heterogeneidad geográfica y racial. La paradoja del texto es que el diagnóstico de la enfermedad le quita legitimidad a cualquier posible terapeútica. ¿Cómo curar lo incurable? ¿Cómo normalizar lo clínicamente patológico?.

Arguedas señala que, de acuerdo al censo de 1900, existen cuatro grupos étnicos: indígenas, blancos, mestizos y negros. Estos grupos deben ser entendidos no como razas puras sino "bajo el punto de vista psicológico y para mayor facilidad explosiva"
Salvo la extremada perspicacia de los autores de dicho censo, no se sabría precisar, ni aun deslindar, la diferencia existentes entre la llamada raza blanca y la raza mestiza. Físicamente ambas se parecen, o mejor, son una. El cholo (raza mestiza) en cuanto sale de su medio ya es señor y, por lo tanto, pertenece a la raza blanca".

Arguedas parecía estar tomando una posición culturalista con respecto a las razas, y criticando el modelo biológico en boga. Sin embargo, como nos los recuerda Aronna, su psicología étnica no abandonó jamás su visión biológica de las razas. Su visión jerárquica de las razas y su desprecio a la mezcla racial no sólo lo acompañaron a lo largo de su vida sino que se fueron radicalizando con el paso del tiempo, hasta llegar a abrazar las ideas de Hitler en la tercera y definitiva edición de Pueblo enfermo (1937).
De acuerdo a Arguedas, la contribución indígena al organismo nacional es el facto más importante de su atraso:
De no haber predominio de sangre indígena, desde el comienzo habría dado al país orientación consciente a su vida, adoptando toda clase de perfecciones en el orden material y moral y, estaría hoy en el mismo nivel que muchos pueblos más favorecidos por corrientes inmigratorias idas de este viejo continente.

El Otro indígena es un ser instintivo, irracional, rencoroso, supersticios y atado a sus tradiciones. Como miembro de una cultura oral, tiene problemas para entender la escritura, y con ello la ley de la nación: ante ese "curioso lenguaje, no muy bien comprendido ni aún por los alfareros, por las muchas interpretaciones a que se presta, permanece mudo". Es, en resumen un ser pre-moderno, con ciertos rasgos ahistóricos. Si la ley escrita en español es el medio principal de organización y ordenación de las nuevas repúblicas latinoamericanas, ¿Cómo incorporar a un ser eminentemente oral a la nación moderna?. Aunque Arguedas intenta responder a esta pregunta en el último capítulo, es claro que la modernidad en Bolivia es un proyecto irrealizable desde el momento en que la mayor parte de la "sangre" del organismo nacional pertenece a un ser atávico, pre- moderno.(...)

 

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